ORQUÍDEA PHALAENOPSIS

Una leyenda cuenta que Lucrecia, una mujer apasionada por las orquídeas, solía susurrarles palabras amables mientras las cuidaba, creyendo que eso ayudaba a que sus flores fueran más grandes y brillantes. Aunque no hay evidencia científica de ello, lo que sí es cierto es que el cuidado atento y el cariño hacia estas plantas pueden hacer maravillas en su salud y floración.

  -Las orquídeas Phalaenopsis son epífitas, lo que significa que en su hábitat natural crecen sobre los árboles, y por lo tanto, necesitan un sustrato especial. Un sustrato que drene bien, como corteza de pino o fibra de coco, es ideal para imitar las condiciones naturales. Además, es importante que la maceta cuente con orificios de drenaje, ya que el exceso de agua puede provocar la pudrición de las raíces.

  -El riego es uno de los aspectos más cruciales. La orquídea Phalaenopsis no tolera el encharcamiento, por lo que se recomienda regarla solo cuando el sustrato esté completamente seco. Un truco sencillo es insertar un dedo en el sustrato; si se siente seco, es hora de regar y otro truco es si se ve la raíz mas bien blanca en vez de verde a través de su maceta es probable que necesite regarse.

  -En cuanto a la luz, estas orquídeas prefieren una luz indirecta brillante. Colocarlas cerca de una ventana orientada al este o al sur, pero evitando el sol directo, es una buena opción. Demasiada luz directa puede quemar las hojas, mientras que la falta de luz impedirá que florezcan.

  -Las flores de las Phalaenopsis son especialmente duraderas, y si se cuidan bien, pueden permanecer abiertas durante varios meses. Estas plantas florecen una o dos veces al año, y después de cada floración es importante cortar las varas florales por encima del segundo nudo, lo que fomentará la aparición de nuevas flores.